POR UNA JUBILACIÓN PLENA DE ¨JUBILO,¨DE ALEGRÍA POR LA VIDA.

Cuando uno busca en el diccionario de la Real Academia de la lengua española la palabra ¨jubilación¨ uno encuentra varias acepciones, de los cuales sin duda le corresponde a uno escoger la adecuada, pues si nos vamos por la cuestión técnica entenderemos por jubilación:  disponer que por razón de la vejez, largos servicios o imposibilidad, y generalmente con derecho a pensión, cese un funcionario civil en el ejercicio de su carrera; 

 

Si nos vamos por una definición atendiendo a una funcionalidad, es  la dispensa a una persona, por razones de su edad, de ejercicios o cuidados que practicaban o le incumbían, 

La que nunca debemos de aceptar y menos aún escoger: desechar por inútil una cosa y no servirse más de ella, 

y por último la que nos debiera interesar y ocupar: ¡Alegrarse, regocijarse!

Todos sabemos que el trabajo es un importante y vital organizador de la vida cotidiana de las personas. 

Por este motivo, la jubilación y el retiro laboral, no son un evento más sino por el contrario, constituyen un cambio trascendental que requiere de una importante readaptación por parte de aquel que se jubila y, dónde el contexto social, familiar, cultural, juega un papel clave, con tremendas influencias.

Si una persona ha armado su vida en relación a su rol laboral, la jubilación seguramente será un momento de ruptura muy significativa, no sólo para ese futuro jubilado, sino también para todos aquellos que lo rodean (familia, amigos, etc.).

 Es decir, la jubilación se presentará con la necesidad de efectuar un duelo personal, pero también social, por parte de aquellos que lo han acompañado hasta este momento de su vida.

En general, desde lo emocional, un futuro jubilado vive momentos de intensa incertidumbre por su futuro. 

Desafortunadamente, en muchas ocasiones, la familia o la sociedad no acompañan este proceso, declarando la “muerte civil” de ese ser humano, que pasa a la categoría, por cierto inferior desde una cultura del viejismo, de ser apenas un adulto mayor, viejo, anciano, una persona en etapa pasiva, otros.

Es mucho mas fuerte este sentimiento de desamparo e incertidumbre, de cierto vacío existencial, en aquellas personas dónde el trabajo les asignaba un rol, una identidad. 

Entonces sobreviene el desencanto con la vida, la falta de sentido, la baja en la autoestima, el aislamiento.

Muchas veces incluso, ciertas sociedades esperan que esa persona asuma este rol y se lo adjudica coercitivamente, por el sólo hecho de haberse jubilado. 

 Claro, en un sistema capitalista neoliberal, dejar de producir es dejar de “ser en el mundo”, para “ ser una carga” de todos y para todos.

En aquellas personas dónde el trabajo ocupa un lugar más, y no el de mayor significación que otros, el momento de la jubilación seguramente es menos traumático, porque ya la persona sabe cómo prepararse mejor, diversificar sus actividades, ocupar creativamente su tiempo.

 En este sentido, creo que es muy importante prepararse para el momento de la jubilación y la posterior etapa de vejez.

También es necesario trabajar para derribar mitos y falsas creencias sobre la vejez, construyendo junto a otros una nueva cultura del envejecimiento, dónde el adulto mayor esté integrado a su sociedad, su comunidad, su barrio y pueda identificarse en el imaginario social una representación de la vejez, como una etapa de disfrute y de calidad de vida, un rol lleno de alegría por vivir.

El rol del jubilado no ha de ser un rol pasivo. 

Por el contrario, el jubilado debe atravesar la instancia de jubilación, aceptarse como jubilado, recreando y fortificando sus vínculos con la sociedad. 

Estar abierto a los cambios que la misma le propone, renovando y repensando metas y el sentido de su vida.

El jubilado puede ahora si lo sabe aprovechar, realizar muchas actividades postergadas en su vida por falta de tiempo u otras razones. 

Por ejemplo: ir al cine, teatro, reuniones, conferencias, pintar cuadros, etc., etc., etc. El cambio debe empezar por uno mismo. Aprender a vivir la jubilación no como una pérdida, sino como una oportunidad de lograr cosas que antes por distintas razones le estaban vedadas o excluidas.

Sentir que como jubilado también se puede ser, se puede tener y seguir agregando valor a la vida. 

Si pensamos que un jubilado hoy y cada vez mas, dispone de 20, 30 o 40 años mas de vida, se abre un mundo de posibilidades que en el peor de los casos resultarán inéditas para la persona que “no sabía que otra forma de vivir la vida era posible”.

La sabiduría no es privativa ni exclusiva de la vejez. Y es verdad que la vejez no es garantía de sabiduría, pero hablamos de una sabiduría práctica y pragmática de las cosas cotidianas, para la cual la experiencia, la madurez, transitar distintos procesos en la vida, son elementos que la constituyen.

Cualquier labor profesional, especialmente aquella orientada a lo social, debe tener como uno de sus objetivos, empoderar a la gente.

Insisto con el tema que los adultos mayores no pueden quedarse en la mera declamación de que son sujetos de derechos. Empoderarlos para que ejerciten los mismos y luchen por mas derechos, es una de las funciones que a mi entender debe cumplir el resto de la sociedad

En nuestro programa tu pensión paso a paso, desde esta nuestra trinchera editorial queremos poner nuestro granito de arena y contribuir a la democratización de la sociedad, trabajando para la inclusión y la integración de todos, luchar contra la discriminación de todo tipo, incluso por la edad, y universalizar en la práctica el derecho de todo ciudadano de poder acceder y disfrutar de todos los recursos sociales, sanitarios, sociosanitarios, culturales, educativos, salud, empleo, etc.,  de los que la sociedad dispone.